Duro-Duro. ¡Y yo entrenando con la bici en la Dehesa de Navalcarbón (una autopista comparada)!. Leí y me dijeron que era duro pero no creía que tanto (ya me diréis alguno si más que los Du de la Sierra), y menos mal que teníamos un tiempo inmejorable porque si llega a estar lloviendo…
Bueno, pues ésta ha sido la primera vez que hacía el Du Tres Cantos, además de ser la primera carrera del año después de la San Silvestre Vallecana. Llegué más o menos pronto, a las 14:45 h, con mentalidad positiva transmitida por el buen tiempo. Pero en cuanto me pongo delante del circuito desde la carretera, me digo ¡Madre mía, dónde me he metido!. Nada, subo la cuesta de entrada al circuito, y veo que están terminando los del Popular. No hay mucha gente así que voy a recoger el dorsal, me preparo tranquilamente y dejo la bici en la transición. Pensando que necesitaría “gasolina” de veras, me como una merienda ligera que había traído (bueno, reconozco que también un mazapán) además de hidratarme a tope.
Al salir de la transición veo a Miguel y Marta que acababan de llegar y coger el dorsal, así como a Miguel con su flaca nueva, que además trae unos colores a juego con la futura indumentaria del Club. Vemos también a Renato, pero de largo, le preguntamos qué tal, pues viendo su rostro parece acatarrado, pero es peor, nos dice que está con cólico nefrítico. Les dejo prepararse y me voy hacia la salida, disfrutando del tiempo y del ambiente que es tranquilo, o al menos a mí me lo pareció. Hablando con algún compañero dudo de si voy a pasar calor pues llevaba puestas dos camisetas de manga larga. Como lo del frío lo llevo mal en la bicicleta, decido dejármelas puestas. Pasé un poco de calor en la primera carrera (Ángel me lo recordó) pero luego no me sobraron. Veo también a Maribel; me recuerda si sé dónde tengo que bajarme de la bici. No le digo la verdad (que no conozco el circuito salvo la imagen desde fuera), pero le soy sincero: ¡donde digan las piernas!.
Ya nos llaman para la salida, así que allá que nos vamos. Empiezo a correr a buen ritmo, el recorrido tiene una bajada y subida rompepiernas, y a medida que transcurren los 5 km me doy cuenta que hoy voy a tener algún problema con las flemas. Se me reseca mucho la garganta y no voy cómodo. Llego a la transición, me pongo el casco y lo primero echar un traguito de agua. Empiezo con la bici y la “primera en la frente”, un desnivel hacia abajo tan fuerte que me acojono y lo peor que podía hacer, sacar el pie de la puntera. Así que al suelo; me levanto rápido y pillo la bici, pero me doy cuenta que tengo la cadena fuera, y me cuesta un poco volver a ponerla. Tras arreglar el entuerto, adelante. Voy conociendo el circuito a medida que pedaleo (lo siento Maribel, debería haber sacado tiempo para reconocerlo antes), y ¡qué os voy a contar!, al llegar el primer cuestón, pie a tierra. Me cuesta subir hasta andando. La siguiente que echo el pie a tierra, el carril bici, que también se me atranca. Y la tercera, el último cuestón. Os reconozco, que en la tercera vuelta, ésta me costó de verdad, llevaba el cuádriceps y gemelo derecho como una piedra. Todo se compensa con la felicidad que da el hacer el desnivel en el que me caí al principio, sobre la bici en la tercera vuelta.
Ya no queda nada, segunda transición, aguita que nos dan, cuádriceps y flemas que se atascan, pero me daba igual: ¡había conseguido otro hito en mi aprendizaje de los Du y Triatlones!, terminar uno de los cocos del circuito madrileño, el Du de Tres Cantos.
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